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Fortaleciendo e intercambiando saberes

A veces en la academia creemos comprender más de lo que en realidad entendemos; entre libros, artículos, noticias y documentales creí hacerme una idea de lo que sería trabajar en el Resguardo Gavilán La Pascua, pero me llevé una gran sorpresa desde el inicio de lo que sería esta jornada de intercambio de saberes, que sólo con el nombre ya generaba una gran expectativa en nosotras.

Una semana antes y con el viaje encima, mis compañeras y yo nos dedicamos a preparar nuestra parte para esta jornada, lo que no nos imaginamos era todo lo que nos iba a cambiar este lugar. Con muchos nervios y ansiedad iniciamos el viaje Bogotá – Villavicencio, hermosa ciudad tras las montañas que desde aquí se ven grandes y caprichosas, como hechas en plastilina y delante una llanura sin fin a la vista, una especie de mar tranquilo, verde, inacabable y desconocido; faltaban unas horas para partir a Puerto Gaitán, por lo que Laura, nuestra guía por estas tierras nos llevó a ver Villavicencio desde la “Piedra del amor”. A pesar de la vista perfecta de toda la ciudad y la alegría de estar en este lugar, nuestra mente no podía estar en otro, que no fuera Vichada.

Siendo las 11:30 pm, Daniel nuestra guía amigo, nos recibió con mucha expectativa en el terminal e iniciamos el resto de nuestro trayecto. En el camino nos deleitó con su majestuosidad y bellos paisajes el Río Meta. Todo lo disfrutamos, incluso cuando a pocas horas de llegar a Puerto Borracho nuestro yate se encalló. Sin pensarlo fuimos las primeras en bajar a empujar, una experiencia divertida pero un tanto preocupante debido al bajo nivel de las aguas de este inmenso río; al llegar a dicho Puerto, nos recibió don Armando, quien nos llevó en su camioneta al pueblo de La Primavera y allí conocimos a Etelvina y su familia, quienes nos recibieron como si nos conocieran de antes, brindándonos una deliciosa comida y un perfecto lugar para descansar.

Ya en la tarde iniciamos una de nuestras primeras y sorpresivas tareas con la visita a los Chircales, un proyecto de siete familias cuyo lema es “Para una Vichada construida por primaverences”, una gran y difícil labor comandada por Norma, una mujer que lucha para que no se pierda la herencia de sus padres.

Llegada la madrugada del otro día, inició nuestro camino hacia el resguardo, vimos el espectáculo del amanecer llanero, la infinita sabana, aves, un zorro, un venado y demás elementos que hacen bello este paisaje y que al ritmo de música llanera alimentaba nuestro sentir. Luego, llegamos al Río Gavilán, “el portal” de lo que sería un nuevo mundo para nosotras, sin duda es muy diferente el presenciar, oler, escuchar y vivir el lugar que se convertiría en tan pocos días no sólo en nuestro sitio de trabajo sino en nuestro nuevo hogar.

Sólo puedo expresar agradecimiento por cada uno de los momentos y aprendizajes que me dejó esta visita a ORIGPA, desde el primer día que nos recibió Álvaro al ritmo del cuatro, Antonio y su familia con un plato en la mesa y la comunidad de San Rafael, única comunidad Kuiva del resguardo, con la que crearíamos fuertes lazos desde el primer momento cuando nos recibieron con los brazos abiertos; nos compartieron tímidamente un poco de su historia, mitos y hasta su diario vivir; tanto así, que nos permitieron acompañarlos en sus oficios diarios como lo son recoger yuca y hacer mañoco; fuimos privilegiadas al iniciar con esta bella comunidad, haber cultivado lo poco que sabemos y haber recogido a cambio, muchos más aprendizajes, no solo como profesionales sino como personas.

Asimismo, los capitanes, con los que también compartimos ideas y puntos de vista, nos llevaron a un reto y sin haberlo planeado, terminamos haciendo planos y una improvisada maqueta. Ellos por su parte también dibujaron y nos compartieron sus planos y escribieron sus ideas de lo que anhelan ver convertido en un futuro su resguardo. Cuando viene a mi mente estos instantes de verdadero intercambio de saberes se me hincha el corazón y me emociono al entender el verdadero sentido de ser Arquitecta.

Para nuestra fortuna, nuestra estadía se alargó, lo que nos permitió visitar otras comunidades, entender y sentir más allá de lo que lográbamos percibir. Cada una se destacaba por su emprendimiento y ganas de trazar un futuro digno, como escuché en algún momento de la jornada “necesitamos voces como éstas que se proyecten en el mundo”, que den a conocer que sí hay maneras de vivir en paz, que claro, como seres humanos hay conflictos pero ninguno que no se pueda resolver con amor, voces que siembren memoria, cultura y abran los ojos cegados de muchos. La visita a estas comunidades y el escuchar distintas historias de vida, nos abrieron los ojos a otros pequeños mundos que nos dejaban sorprendidas de tanta sabiduría y que humildemente nos recibían con sonrisas, un café y un mundo de expectativas.

También agradezco a Profesionales Amigos, en cabeza de Álvaro, a Daniel y a Sebastián por guiarnos en toda esta experiencia, por compartirnos esta admirable labor que desempeñan en cada lugar que llegan, por esas noches acompañadas de una brillante luna y de fondo el sonido de una inmensa vida nocturna y una que otra canción llanera, en tanto que compartíamos la experiencia de cada día y en medio de risas lográbamos ir a dormir con una reflexión y una nueva tarea para realizar el día siguiente… Profunda admiración hacia ellos y orgullo de iniciar a formar parte de este equipo.

Llegado el momento de la despedida, sin duda el momento más difícil de toda la jornada, pero a la vez el más gratificante al escuchar cada palabra de agradecimiento que nos motivan a seguir formándonos en este lugar. Nos llevamos en el corazón a cada uno de estos compadres, amigos y compañeros de viaje, de los que tanto aprendimos. Pero como profesa P.A., “pensamiento más acción”, nos despedimos de ORIGPA con un compromiso real y muchas herramientas para hacer muy bien nuestra tarea. También nos llevamos una inmensa expectativa por el trabajo que viene para todos como equipo. Por último aunque faltan las palabras para describir lo que fue esta experiencia, en nuestras mentes siempre va a estar ese lugar en el que con tan sólo los escenarios que nos brinda, el alma se expande en inmensa admiración a la creación.