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De moral, a una ética a des-tiempo

“Ser feliz, obrar bien y vivir bien, son una sola misma cosa.”

Aristóteles (384 a. C – 322 a. C.)

Como reza el epígrafe, y juntándonos a Heráclito el obscuro: “de todas las cosas una” decimos con voz elevada y subrayando lo práctico que hay en ella, que es en la experiencia política de entender al otro, como el que se me aparece, ya re-configurando el mundo enteramente dado y dotándole de movimiento constante, éste mundo, que más que se nos dé, se nos impone. Definitivamente las vivencias que el resguardo en el Vichada ha brindado para mí, ha sido una experiencia que restablece las prácticas éticas individuales en mí mismo y que enmarcan definitivamente la vida del personaje, que sin duda ya ha pasado por el asunto de lo moral y sus lineamientos cuadráticos que aburren las “minorías”, hacía otras esferas del saber práctico.

Desde que arribamos a los llanos del abrasivo Vichada, el ente académico y formal que sobre mi ser sosegaba entró en crisis, todos los postulados teóricos se vieron abocados a la praxis del vivir de manera diferente, fue así como esta visión colectiva mutaría mi devenir sin siquiera imaginarlo. No alcanzaba a suponer los alcances de esta experiencia profesional que más que una labor que aglutinará un currículo u hoja de vida, fue y sigue siendo una experiencia de un máximo espiritual que llenó plenamente las aspiraciones de un aguerrido y enamorado amigo profesional, un suceso que impulsó (y que sigue destellando) en actos, tanta potencia que reprimida reposaba en el conocimiento teórico y racional de una vida que no se vivía puramente en lo real de los paradigmas y sus cambios.

La gente me sorprendió sobremanera y realmente, su bondad y generosidad son abundantes comparadas con su pobreza material (pues sus riquezas inmateriales son inabarcables y no comprendidas por muchos en este mundo homogéneo occidental); pero esta privación no es limitante para vivir plenamente sanas relaciones humanas donde se reproducen estos sentimientos que hoy son más que compromiso y absoluta entrega por parte de este ser que vio nacer un verdadero sentimiento de humanidad y que derogó postulados cuantiosos de lo moral, para ver germinar intrínseca, una ética de lo circunstancial y de lo enteramente colectivo.

La ética surge como tal en el interior de una persona, esto como resultado de su propio proceso de reflexión y de su propia elección. La moral tiene como fundamento una base social, pues se determina a-priori por una serie de normas establecidas en el seno de una sociedad, siendo así como estas determinan sus propios puntos de vista sobre lo bueno y lo malo. La ética que en este personaje contante (afectuosamente llamado por el resguardo entero: corre papawü), aconteció como desplegándose en un devenir práctico que se re-significaba instante a instante, ética de índole humanista y puesta al servicio de la mutación de la era, del cambio de paradigmas y en pro de una verdadera humanidad.