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Lo que precede, sucede y procede: el poder de la acción intencionada en Profesionales Amigos

Mensaje de fin de año 2024 del Director

Rocas del Escudo Guyanés en el Río Orinoco, en cercanías de Puerto Carreño

Un vocabulario energético, proveniente de la física, y específicamente de la mecánica, me hace pensar hoy en un dinamismo: en todo el conjunto de energías, fuerzas y movimientos que implican una acción. Una meditación detenida de lo que significa actuar nos puede resultar no sólo esclarecedor sino estimulante. 

¿Qué es la acción? Se puede decir que acción es movimiento, que actuar significa poner en locomoción algo. Actuar, ejecutar, obrar, son otras maneras de señalar la acción. Para Profesionales Amigos, la acción es el principio de su filosofía. Actuamos, actuamos, actuamos… al punto que consideramos el pensamiento como un momento de la acción, y la acción como un movimiento intencionado (que no es lo mismo que decir calculado).

De aquí que actuar, para nosotros no tenga que ver solamente con el hacer, es decir, con un acto puntual, o con tal o cual procedimiento, sino con el conjunto que precede y posibilita la acción, así como con el dinamismo y magia (como nos gusta llamar a lo que pasa cuando nos arrojamos a la experiencia) que emergen en «el momento», y finalmente con lo que resulta -y en cierto modo- «prevalece» una vez se consuma la acción, que es a la vez cosecha y sabor de boca. 

Como nos apasiona el lenguaje, podríamos esquematizar el movimiento de la acción como el intrincado flujo que va de lo que precede a lo que sucede, y de lo que sucede a lo que procede.

¿Qué precede a la acción? Sobre todo la voluntad. Me gusta pensar en la voluntad como la combinación de intención e intensión, de dirección e intensidad, de enfoque y fuerza. Si actuamos de manera intencionada e intensiva, quiere decir que de alguna manera prestamos atención y dedicamos tiempo a cultivar dicha intención y a mantener encendida la llama de la intensidad. 

De una manera práctica se puede decir que lo que precede a la acción se refiere a la preparación, al alistamiento. Nosotros prestamos una singular atención a la preparación de nuestras actividades, e incluso procuramos ser meticulosos, lo que a la larga nos ayuda a ser más veloces y eficaces en el alistamiento por la experiencia acumulada. Pero hay una dimensión menos inmediata, que tiene que ver con la preparación de larga duración, momento (o más bien proceso) que trasciende la logística y se convierte en formación. Prepararse para una acción intencionada implica entonces prepararse de manera intencionada, a veces sistemáticamente como en el caso del aprendizaje formal o en la investigación, o de manera orgánica, en la vivencia de experiencias, en el encuentro con las personas y los lugares que nos invocan, nos convocan y nos provocan. 

Como se puede colegir, este es un proceso que no termina, aunque tiene hitos importantes. En tanto proceso continuo, tiene mucho que ver con una disposición a aprender como requisito fundamental para la acción. El comprender es ya una manera de actuar y de disponer las transformaciones y esto lleva tiempo y esfuerzo. Hay gente que tiene buena y apasionada disposición para la acción, pero poca o nula actitud para la preparación y el aprendizaje. En el lenguaje deportivo se suele decir que «a todo el mundo le gusta ganar pero a nadie le gusta entrenar«. 

Lo que sucede, es decir la acción propiamente dicha, es un momento de increíble densidad. Es la concreción de un espacio y un tiempo determinados, el encuentro de las personas, de los seres (porque puede haber encuentro y relación con plantas, animales, espíritus…). Nos gusta decir que allí es donde sucede la magia, porque lo que resulta en un encuentro es imposible de calcular o premeditar por completo, y ahí reside su mayor sentido. Se constata un exceso, porque el encuentro siempre desborda. Un profesional amigo experimentado sabrá percibir dicho exceso y lo tratará de suscitar, de profundizar, alargar y de darle una orientación, un significado, un sentido. 

Utilizando la referencia de la práctica musical, podemos decir que en Profesionales Amigos nos entrenamos para improvisar. Ciertamente, en la música sólo el ejecutor experimentado logra hacer una improvisación prodigiosa. Esta consiste en preparar con antelación (y fruto de disciplinada práctica), un repertorio variado de piezas que podemos llamar «básicas», como las escalas, arpegios y encadenamientos. En el momento de la interpretación, que es un espacio profuso de instantes de densa significación, el artista deja fluir su repertorio de acuerdo a la sensibilidad que capta y suscita a cada segundo. Se deja llevar por el flujo de la experiencia de tal suerte que es capaz de conmover, y conmoverse en un éxtasis semi-controlado. En dicho clímax, la disciplina, el esfuerzo y la dedicación previos encuentran su culmen, aplicabilidad y sentido.

Es por esto que ningún encuentro es igual a otro. La más leve orientación, el comentario más trivial o incluso la novedad de un imprevisto son un componente adicional que entra en escena y que el Profesional Amigo experimentado incorpora a su interpretación y lo hace sonar, lo hace bailar con él. 

Esto exige de parte del intérprete una plena atención y una presencia total. Una conciencia de la escena que sucede y de cómo su acción ayuda a configurarla de una manera que procura un sentido comunal, una sensación de pertenencia a un colectivo. Dicha presencia que se funde en lo común, se vuelve más sólida cuando se maneja intencionadamente el espacio, la voz, el gesto, el silencio y la mirada. 

En la antropología se utiliza el término «observación participante» para significar el acto de involucramiento en la experiencia que implica el observar, en su doble dimensión de percibir-describir. En cierta medida, esto es análogo a lo que ocurre en Profesionales Amigos. Sin embargo, en el «sucede», en el momento de la acción, se observa algo que uno mismo suscita. Es decir, el Profesional Amigo observa lo que él mismo ha ayudado a acontecer, como un actor-espectador que se emplaza tanto en el escenario como en el auditorio. Por ello, en Profesionales Amigos procuramos suscitar experiencias con la conciencia del exceso de sentido que implican, y en consecuencia, con la voluntad y el talento para hacerse cargo de dicho exceso, conduciéndolo, aprovechándolo y extendiéndolo lo más posible. 

Viene entonces lo que procede. La RAE tiene una acepción que nos funciona mucho aquí «Pasar a poner en ejecución algo a lo cual precedieron algunas diligencias«. Ciertamente se puede confundir con «lo que sucede», pero aquí el «pasar a poner en ejecución…» se refiere no a tal o cual tarea o actividad, sino a poner en ejecución la experiencia toda en su integralidad, es decir, volver sobre lo experimentado con la atención sobre su desarrollo, resultados, sentidos y significados. 

Lo que hacemos «después de la acción» es algo de lo más importante. En Profesionales Amigos, luego de concluir un día de actividad, solemos pasar un tiempo considerable en lo que llamamos «evaluación del día». Nos reunimos en la noche y comentamos cómo nos sentimos, qué pensamos y qué hay que hacer, mientras construimos lo acontecido desde la perspectiva de cada uno y de cada una. En el medio, comentamos la experiencia del otro, profundizamos, le ponemos nombre a las cosas, y, como resultado, obtenemos una visión común. Son momentos también muy densos donde se fragua el pensamiento colectivo. 

También están esos momentos posteriores en donde «producimos informes». Pasamos a limpio nuestras notas, organizamos el material producido, creamos archivo y escribimos. Es cuando se decantan las reflexiones y verdaderamente se producen -o emergen- las ideas. Este paso es un desafío (siempre lo es) porque es el menos estimado, al que se considera accesorio. 

Hemos hecho algunos ejercicios de «post – acción» de manera colectiva, reuniéndonos a procesar lo experimentado, y han sido ejercicios formidables. Pero por alguna razón se nos olvida planearlos e incluirlos en nuestra agenda. Tenemos que inventar una manera de pensar colectivamente nuestras acciones colectivas. Quizás sea esta una manera muy fructífera de derrotar el afán de productividad que nos conduce al activismo. 

Pues bien, lo que precede, lo que sucede y lo que procede, son maneras de figurar el proceso de una acción con sentido, es decir, de una práctica reflexionada y con reflexividad, es decir, de juntar -como nos gusta decir- el Pensamiento con la Acción. Estas ideas sobre el modelo de acción de Profesionales Amigos nos invitan a ser intencionales y reflexivos en cada paso que damos. La preparación, la ejecución y la evaluación son momentos cruciales que, cuando se integran de manera armoniosa, nos permiten crear experiencias significativas y transformadoras. Quiero invitarles a reflexionar sobre nuestras acciones pasadas, a aprender de ellas y a planificar con intención nuestras futuras acciones. Juntos, podemos mover manos, mentes y corazones a una escala y con un profundidad inestimables!

Les abrazo,

Álvaro